viernes, 22 de abril de 2016



-¡Todos los árboles son casas!
Yo salía de trabajar. Coordino talleres con palabras en el Área de Salud Mental. Esta mañana trabajé en Casa de Medio Camino y en el Hogar de Día Encuentro. Cuando salía de ahí, crucé de vereda para buscar mi bici atada a un árbol. Yo caminaba pero mi cabeza no iba a ras del piso. Llegando a la otra vereda, que es la vereda de una escuela primaria, un niño de guardapolvo, corriendo y tocando un árbol, como gritando una verdad que le daba un poder y lo cuidaba de los otros, gritó
-¡Todos los árboles son casas!

Después supe que jugaba al viejito tocador o la mancha. Pero antes entendí (mientras el grito se desenvolvió) que hay que correr por el mundo, que el mundo está lleno de casas, que hay que gritarlo y tocarlas porque da poder, que yo trabajo en casas y que Jesús una vez vio hombres como árboles.

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