lunes, 16 de octubre de 2017



BORGES TE TOCA LOS OJOS

En la clase de Didáctica de la Lengua y la Literatura (27/03/2017) la profe Mariana Ocampo nos propone una consigna de escritura que resultó una de las tareas más lindas que me dieron en mi paso por la universidad: 
*Pensarme en una escena de enseñanza. Por ejemplo, dando clases en tal curso ¿Qué me imagino? Como si fuera una película. Una narración que me tenga como protagonista y cuente una escena de enseñanza.
Me salió así:

-No hay cosa como la muerte para mejorar la gente-lo dice con una sonrisa-. Buen día- apoya la mochila en su banco y gira la silla, se sienta y usa el respaldar para apoyar los codos y las manos para apoyar la cara.
 Algunos alumnos ni notaron la presencia y los versos del profesor. Hay uno en el fondo (Juan) que lo ve, mudo y con los ojos grandes. A él le va a hablar el profesor. Y a la coloradita con pecas de mitad de la segunda fila. 
-Hoy vamos a hablar de la muerte- dice-. Y como Borges se murió, vamos a hablar de Borges. Algunos dicen que no conoció mujer, que se pasó la vida entre libros. Sabemos que los últimos años los pasó con una mujer bastante más joven que él. Ignoramos si le daba besitos en la boca. Pero tonto no era ¿A ustedes alguna vez los o las dejó alguien que amaban? Sí, a ustedes. A ver ¿quién se anima?
Algunas chicas se ríen bajito, como si la risa revelara algo vergonzoso. Hay unos segundos de risas y murmullos. Juan, el del fondo, habla
-A mí me dejaron-el aula entera se da vuelta (menos la colorada).
-¿Sí?- pregunta el profesor. Juan traga saliva.
-No sé qué hice mal.
-¿Hay que hacer algo mal para que te dejen?- insiste el profesor
-No sé, yo la quiero. Hice méritos pero se me fue. Voy a seguir intentando. Un día va a tener que caer.
-Se cuenta que a Borges también lo dejaron. Por un amigo, también poeta. Me duele una mujer en todo el cuerpo, escribió. ¿Adónde duele una mujer? ¿Es un dolor que llega y pasa o uno lo lleva puesto adonde vaya?
Alumnas y alumnos empiezan a hablar. Que también puede doler un hombre, dicen.
-¿Y Borges se olvidó de ella?-pregunta Carla.
El profesor, sin hablar, lento, muy lento, saca un libro de su mochila (“El Hacedor”)  y les lee “Delia Elena San Marcos”, que habla de la muerte y de las despedidas y de Platón. Y les dice que, como dijo Dolina, quizá lo más parecido a la muerte sea el desamor.

Mientras escuchaba la opinión de ellos y ellas, sacó más libros de la mochila. Los puso en el piso. Ellos y ellas, sin que nadie les diga, se agacharon a verlos. Si la cosa iba bien, habían empezado a leer a Borges. Y a entender que el amor también se termina.

domingo, 17 de septiembre de 2017



OMNIPRESENCIA Y CASI OMNIPOTENCIA DEL GOCE
tu amor ciego y profundo como un topo
me latía / me vivía / me volvía a rezar
volvióme tu amor a mis honduras
pozo de mí / subo al fondo de tu ojo
soy un nadador más manco de la noche
sos oscura / mía / desde la panza de mi madre
mi embrión entrevió la juntura de nosotros
me enamoré de vos porque soy yo
mi amor tiene que ver con vos porque algo tuyo me llama
aunque me cosa a la frente las alas del alba
y me esconda en el profundo pozo
hasta ahí voy a buscarte para que me busqués y me hagás doler
habitás mi goce en cada árbol de dios
adónde me iré de mi goce y dónde huiré de mi cabeza
goce te hablo a vos
si se corta la luz vos marcás el camino
vos todo resplandecés
y no entiendo
es algo alto
te alabaré asombrado
mi alma ya se enteró
vos escribiste lo que venía
¡qué lindo lo que me pensás!
probame
mi corazón
decí si hago cosas sin vos
y a vos ahora te hablo muchacha
que tuviste mi amor porque tenés la forma de mi goce
y era nomás que venía nuestro amor telepático y tísico
hoy son pasos que se alejan
chau gocecito
andate con la muchacha que trajiste al lado
ella tan topa tan ciega profunda de su amor
no ama no busca otro pozo más alto
yo hui de ustedes dos
y es una casa este lenguaje
un techito de zinc
para el deseo
para cubrir lo vivible

martes, 18 de julio de 2017



Con mi novia imaginaria sentimos una envidia mutua
-Yo te envidio- le dije
-Yo más
-Yo
-Yo- dijo
-Pruebas, quiero pruebas
-Ayer pensaste que sería hermoso un poema en el que alguien va en caballo a la luna. Envidio esa idea
-Vos tenés un culo hermoso
-Vos no tenés sueño a la mañana
-Vos cantás como los dioses
-Vos creés en Dios
En ese momento, Dios enfureció y le dijo:
-Novia de él, ¿qué decís? ¿No ves que si él creyera en mí no te necesitaría: él me pediría una novia real y yo se la daría?
Mi novia no supo qué decir. Yo envidié mucho que Dios le hablara. Cada día nos envidiamos más. Mientras haya envidia, sé, estaremos juntos. Lo demás es trivial. Irreal, casi. 

sábado, 8 de julio de 2017



Ayer a la tarde llamé por teléfono a mi novia imaginaria:

-¿Querés venir a casa esta noche? Hago empanadas de anquito y queso.
- (Silencio)
-Prometo no hacerte nada con mi ojo izquierdo.
-Te aviso
-Bueno
-Bueno (Silencio)
-¿Cuándo?
- (Silencio)
- (Silencio. Pero un silencio distinto)
-¿Cuándo qué?
-¿Cuándo me avisás?
-Cuando sepa
-Ah…
-Sí
-Claro (Silencio) ¿Y ahora no sabés, no?
-No
-Bueno
-Chau
-Chau. Ah, ¡pará!
-¿Qué? (Con voz seca)
-Nada, que cuando sepas, en caso que lo que sepas es que sí, o sea, que sí vas a venir, traete un vino
-Bueno. (Silencio)
- Che
-¿Sí?
-¿Todavía no sabés, cierto?
- (Cuelga. Tu tú, tu tú, tu tú)
- (También cuelgo. Pienso: yo las hago por las dudas).


TEORÍA LITERARIA: LA ESCUELA DE LA DISTRACCIÓN O EL FANTASBOTÁNICO

Ayer en un Taller de Lectura hablábamos del hecho fantástico. Yo tuve una idea: helecho fantástico. Un helecho que se eleva en el aire cuando nadie lo ve y cada vez más alto pero a la vez que sube las raíces se le hunden. Una tarde llegará al centro de la Tierra y a la orilla de la Vía Láctea. Las dos cosas quizá ocurran en el mismo segundo.

domingo, 18 de junio de 2017



Tengo por lo menos dos lenguas. La del habla y la del cuerpo. Lo que digo hablando, a veces, nomás, lo entiendo, y muchas no, pero al menos posee una condición gramatical que hace decible lo que digo, que lo torna escuchable, contenedor de un sentido posible, desplegable, explicable, justificable. Lo que dice mi cuerpo me puede dejar en la completa ignorancia. Se me aparece como una lengua extranjera. Y si mi cuerpo va a un lugar, está diciendo algo. Yo no puedo borrar con la palabra lo que escribo con el cuerpo. 

martes, 30 de mayo de 2017


MURAKAMI ESPIRITUAL

Murakami madruga y escribe cinco horas por día. Se echa una siesta y todas las tardes sale a correr. Lleva así más de treinta años. Siempre intuyó que ejercitarse estimula su creatividad. En "De qué hablo cuando hablo de escribir", pone: "cuando la fuerza disminuye, decae con ella la capacidad de pensar. Se pierde agilidad mental, flexibilidad espiritual. En una ocasión me entrevistó un joven escritor y le dije: <<Un escritor está acabado cuando engorda>>". Yo sé de un cantante evangélico, muy famoso (no supe si leyó a Murakami) que dice que para él correr es un modo de orar. Corre a diario y tiene algunas canciones hermosas.





sábado, 6 de mayo de 2017


ZITARROSA ENTRE LAS PLANTAS

En el vivero de Zitarrosa hay una planta que se llama candombe. Son varias especies. A la "candombe del olvido" le pide que le devuelva lo que perdió. Cantor vegetal, Alfredo, te guía por el vivero y dice: que se baila y no se canta/ el candombe es una planta/ que crece/ y hasta el cielo se estremece. Sigue sin abrir los ojos, y parece un guía que se guía a él mismo en vez de hablarnos a los turistas de la canción, sigue sin abrir los ojos, y con la boca cortita dice que ya que hay que hablar de botánica, el candombe vuelve a amar y no se cansa/ la vida no le alcanza/ la muerte es una ingenua/ adivinanza. Y como una respuesta sin pregunta, se enerva y mira una candombe y grita fuego verde/ llamarada/ de tus roncos tambores del sur/ techo de seda bordada. No sabemos si irnos, si la visita termina con el grito. Pero la planta, la candombe se pone a cantar y olvida que Zitarrosa es su jardinero, y que la ama.




domingo, 23 de abril de 2017



LOS SUEÑOS DE NEUMAN

¿Y si los sueños de las personas que se quieren estuvieran unidos mientras duermen por unos hilos muy finos?


Hace poco una amiga dijo que viene soñando conmigo muy seguido. Que todo es muy natural y solemos estar complotados. Le pregunté cómo iba yo vestido en sus sueños, y si en el lugar aparecían flores, y qué flores. No se fijó. Le dije que sea más atenta si va a volver a soñarme. Yo rara vez recuerdo mis sueños. Puede pasar cuando duermo siesta. La que hizo esa pregunta de si los sueños de quienes se quieren van unidos es Sophie, personaje de la novela “El viajero del siglo” de Andrés Neuman. Ella hace sus mejores preguntas y afirmaciones (y da sus mejores besos, su mejor pierna) cuando está con Hans, su amante. Porque con Rudi, su prometido, o con sus amigas que tratan de parecer ricas-se queja- hablan de muchachos guapos o de vestidos, o de muchachos guapos. Pienso que sería más divertido que hablen de muchachos guapos desvestidos. Pero es indecoroso en damas del siglo diecinueve. Conozco algunas mujeres de hoy que también eluden palabras y pensamientos que vayan más allá del supermercado o, sobre todo, que traspasen la puerta de una habitación con cama. Mi tesis es que hubo un desfasaje espacio temporal, y que ellas aparecieron de un momento a otro en el siglo veintiuno, pero nacieron y aprendieron el lenguaje y el pensamiento en el diecinueve y, para no sobrecargarse intelectualmente, hicieron como que no pasó nada y se quedaron acá en nuestro siglo. La novela de Neuman que voy leyendo da lugar a los sueños en varias escenas. Sophie hace la pregunta de más arriba, por ejemplo, en la cueva del viejo organillero en un momento en que el viejo, como acostumbra, pone a sus amigos (y a Sophie y su criada Elsa, en esta ocasión) en ronda para que cuenten lo que soñaron la noche anterior. Como Hans y Sophie se juntan, a ocultas, a traducir poemas y a morderse y penetrarse, cada tanto vemos que Neuman cita poemas de grandes poetas y pone a sus personajes (que son alemanes) a traducirlos. Otro personaje se llama Álvaro y es español. A la salida de una juntada musical, literaria y de debate cultural en casa de Sophie, el español, asomado a la calle, recita a Calderón de la Barca: ¡Todos sueñan lo que son, aunque ninguno lo entiende! ¿Qué es la vida? ¡Un frenesí! ¿Qué es la vida? ¡Una ilusión! ¡Una sombra, una ficción!. Soñamos lo que somos, parece. Pero no entendemos nuestros sueños. Yo ni siquiera los recuerdo. De todos modos, mientras estoy despierto, me entrego al frenesí de una ficción, a un orden narrativo con el que explico mi vida. Sobre todo a mí mismo. Le doy una forma. Me cuento mi vida y le impongo una coherencia que es puramente gramatical pero que algunos osan creerla moral o ética, o que carece de ambas virtudes. El viejo organillero aquella vez en la cueva contó el primer sueño: Anoche, dijo, soñé con unos tipos que tomaban sopa en una posada. La mesa estaba oscura y sólo se veían tres o cuatro caras rojas. De pronto uno de los tipos lanza al aire una cucharada de sopa, y la sopa vuela fuera del sueño y vuelve a caer entera en la cuchara como si fuera un dado. Entonces el hombre se la toma, y dice: Seis. Y así con cada cucharada. Eso, conjeturó Álvaro, es que usted estaba pidiendo suerte. No digas tonterías, replicó Reichardt, ¡eso es que tenía hambre!. Yo pienso que hay que ser muy habilidoso para tirar la sopa al aire y que vuelva a caer en tu cuchara, y encima decir un número con la boca tan llena.


sábado, 22 de abril de 2017



COSITAS

COSA UNO. Me habían invitado a leer o contar algo, esta mañana, en conmemoración de la Tierra y de proteger el monte autóctono de mi ciudad. Antes de salir, Facebook me recuerda una publicación de hace, exacto, un año: un texto en el que cuento que iba cruzando la vereda y un niño de guardapolvo, a la salida de la escuela, llegó corriendo a un árbol y, tocándolo, y en escape de sus compañeros, decía “todos los árboles son casas”.

COSA DOS. Entre las cosas que hoy llevé para leer había poemas de Gelman, Iris Rivera y Mariela Laudecina. Algo de Conti. Mío llevé uno solo, y casi para no leerlo. De lo que leí, la gente se entusiasmó más con el poema mío. Claro, es un poema con árboles. Uno que dice que, mientras haya árboles, uno no puede olvidar ciertas mujeres. Extraño vínculo árbol/memoria/gentequeunoamó.


COSA UNODÓS. Facebook es un nuevo modo de la memoria (¿alguien llegará a tomar decisiones que no hubiera tomado de no haber visto ese recuerdo de Facebook? De ser así ¿esta cosa virtual nos estaría proponiendo nuevas líneas de sucesos a vivir?). Otros aplauden más mis palabras que yo mismo ¿es una señal de qué: hablar más para otros, desoír los aplausos y hablar sólo lo que a mí me gusta de mis palabras, esperar a que Facebook me recuerde esto el año que viene y liberarme así de esforzarme en fabricar una memoria que considere valiosa?




jueves, 13 de abril de 2017



CORREGIR A PROUST 

Manuel Puig: “Yo no soy de los que empezaron desde siempre, no, no. Empecé a escribir novela a los 29 años. A partir de entonces, yo, y a fuerza de leer mis manuscritos y revisarlos, leo todo como si fuera un manuscrito mío: yo leo, leo Proust con un lápiz en la mano y lo corrijo, digo: esto está muy largo. Entonces yo no gozo más con la lectura de ficción. Perdí ese placer. Es el precio de haber querido escribir”.

Piglia dice otra cosa. Opina que cuando aparece un escritor nace un nuevo lector: uno que lee para aprender a escribir. Pero no hay en Piglia esta nostalgia, este malestar de Puig por ser un lector que, en el mismo acto de leer, ejerce también el aprendizaje de la escritura. Estoy del lado de Piglia. Creo que este nuevo lector, que lee para aprender a escribir, es más lo que gana que lo que pierde. Se vuelve un lector más complejo, más hondo, más lupa. Eso hace del esforzado placer de leer un placer aún más esforzado y hermoso. Como dice mi amiga x, salud, por el lenguaje.




sábado, 18 de marzo de 2017



APARICIÓN DE JESÚS EN LA COSTANERA

Dicen que Mago Maurus gustaba de narrar la aparición de Jesús en la Costanera de Villa María. Intenté imitarlo en el espectáculo que hicimos con Ro Heredia y Manuela Rodriguez, y este es un fragmento captado por Bru Nella.



miércoles, 8 de marzo de 2017



HABLAR SOLOS

En el tango Balada para un loco son locos los que inventaron el amor. Los que no repiten la vida que vienen viviendo, si no que se encuentran con otro y, juntos, crean algo nuevo, traen al mundo ese modo de amarse que hallan entre los dos. La cordura parece habitar exiliada del amor.

Los árabes cuentan la historia del poeta Cáis, enamorado de Leila. Él se ponía hielo en el pecho para apagar su corazón. Penaba por ella y la llamaba a gritos. Una vez ella se acerca y le dice ¡Yo soy la que buscas, yo la que deseas, yo soy tu amada, yo el paño de lágrimas de tus ojos, yo soy Leila!. Él le dice que se vaya porque el amor que le tiene le preocupa demasiado para andar ocupándose de ella.
Quizá, arriesgo, nuestro amor nos preocupe demasiado, y estemos muy concentrados en repetir lo que hemos venido diciendo y haciendo que es el amor. Quizá haya que escuchar a Leila, y besarla hasta inventar palabras nuevas para el amor. Porque la palabra y el lenguaje, que es lo que nos desorienta, lo que nos hace amar como amamos, es a la vez la oportunidad para volver a orientarnos. Y el lenguaje se hace con el otro. Quizá amen mejor quienes aprendan que hablar solos no es la única forma de hablar. Y si hablás solo también te dicen loco.



martes, 7 de marzo de 2017



“Per vendetta”, contestó Ferdinando Camon en 1985 en una entrevista publicada en un número especial del diario Libération de París, en la que cuatrocientos escritores respondían a la misma pregunta. “Porquoi écrivez-vous?”. “Scrivo por vendetta, non per giustizia, non per santità, non per gloria, ma per vendetta”. Así contestaba el escritor italiano nacido en Padua en 1935, cuyas obras fueron traducidas a ventiún idiomas. “Escribo por venganza. No por justicia, ni por santidad, ni por la gloria; sino por venganza. Todavía, dentro de mí siento esta venganza como justa, santa, gloriosa. Mi madre sabía escribir sólo su nombre y apellido. Mi padre, apenas un poco más. En el pueblo en que nací, los campesinos analfabetos firmaban con una cruz. Cuando recibían una carta del municipio, del ejército o de la policía (nadie más les escribía), se asustaban y acudían al cura para que se las explicara. Los vi pasar muchas veces, yo era un muchacho. Desde entonces sentí a la escritura como un poder. Y soñé siempre con pasar del otro lado, poseerme de la escritura, pero para usarla en favor de aquellos que no la conocían: para cumplirles sus venganzas”.

Ángela Pradelli, en La búsqueda del lenguaje.



domingo, 5 de marzo de 2017


EL AMOR DE MILLER ES UN PULPO DE PESCETTI

Una frase del psicoanalista Jacques Alain Miller se me hace muy cercana a un cuento "para niños" de Pescetti. 




PEQUEÑA HISTORIA CHINA DE EDUARDO BERTI

Hace un tiempo leí la novela "El país imaginado" de Eduardo Berti. Un refucilo del lenguaje. Una experiencia lingüística, estética, que me llenó de placer. Acá les narro un fragmento: 


 


EL JOVEN QUE CONFUNDIÓ A SU MUJER CON UNA FRUTA

La mano viene así: a Mustafá la escribió Discépolo y, a través del humor, nos cuenta una historia dolorosa. Dijo que reír es la más asombrosa conquista del hombre, pero si reír es comprender que se ríe sólo para aliviar el dolor. Mustafá se llama el personaje principal, turco, jefe de familia, papá de Sara. En la escena que viene, Mustafá y su consuegro italiano hablan en la casa del turco y en un momento se van y dejan a solas a Sara y su novio, el joven Peppino (que, casualmente, trabaja vendiendo frutas y verduras):

PEPPINO.- Que dos viejo inteligente; nos han dejado solo... Dame el postre, porque esto no es una boca, es un caqui japonés.
SARA.- (Coqueteando.) No... ¿Te acordaste de mí hoy?
PEPPINO.- ¡No me voy a acordar!... Se te tengo siempre delante de los ojos.
SARA.- Mentiroso.
PEPPINO.- ¡Por esa luz de tus ojo! ¿A que no sabés lo que me ha pasado esta mañana.
SARA.- Si no me lo decís...
PEPPINO.- Empujaba el carrito... El viejo iba adelante... Pensaba en vos... y empujaba el carrito. De pronto en un rincón de la carrindanga, se me apareció tu cara. Estaba mismo, mismo allí, al alcance de mi mano. Me miraba y se reía, como diciendo: “¿Que hacé, Peppino?... ¿No me ves?”... Fue un especie de sueño. Estiré la mano y te agarre de la pera... (Ejecuta.) así... Me encontré con un melón frío como mármol... ¡Lo tiré contra las berenjenas! ... (Ella ríe, satisfecha.) Me pasa cada momento chascos como ese.
SARA.- ¿Sí?

PEPPINO.- Por la luz de tus ojos. ¿No querés creer que te veo en todas las frutas y en todas las verduras?




LA LENGUA PUEDE

Recién leí Mustafá de Discépolo. Todo ocurre en un conventillo de la época en que convivían inmigrantes de muchos países y muchas lenguas. En un momento, el turco Mustafá, que camina todo el día vendiendo baratijas para ganar monedas, se asombra de la suma fabulosa de nueve pesos que su consuegro italiano, Gaetano,  ha ganado en un solo día, y le dice: Si yo habla jintino tan bien como usted, tira tudu a vente e garraba ganasta. Si yo hablara argentino tan bien como usted. El nivel de vida ligado al nivel de lengua. Como si la miseria fuera, ante todo, una miseria de la lengua. Como si el poder estuviera ligado al hecho de tener labia, de saber hablar, de una riqueza de lenguaje. Es asombroso, así, que nuestro presidente tenga un uso tan breve del lenguaje y nos presida. Pero no es una contradicción. Sigo pensando que en la lengua que se impone (la lengua del poder) subyace el poder, y el modo de actuar de ese poder. Si nos gobierna un lenguaje liviano, breve, tartamudo, empresarial, numérico, se puede deducir que querrán que pensemos la vida y el arte y el sexo y el amor y la educación y la política de un modo liviano, breve, tartamudo, empresarial, numérico.
También es una cualidad de la lengua el saber imponerse, abarcar, quitar de su campo los lenguajes que no la apoyan.




viernes, 17 de febrero de 2017


EL SILENCIO ES ALUD

Piglia entrevistado por Alan Pauls: “porque yo me he dado cuenta de algo, digamos, escribiendo esos textos ¿no? porque yo durante una época pensé que la locura tenía que ver con el silencio, y ahora me doy cuenta que la locura es decirlo todo. Eso es lo imposible, lo insoportable, lo, lo que pone la relación con el lenguaje en un punto muy extraño ¿no? el loco es el que dice lo que los demás no dicen, lo que no se atreven a decir, lo que no pueden decir por convención, etcétera ¿no?

Martín Kohan (que fue alumno y es lector de Piglia, y que cada vez que tenía clase con él quedaba con tal excitación intelectual que no podía dormir) escribió un libro hermoso buscando la educación sentimental, el modo del amor que nos proponen los boleros y los tangos, educación de la que todos aprendemos aunque no nos demos cuenta (y es el modo más eficaz del aprendizaje, qué va). Se llama “Ojos brujos. Fábulas de amor en la cultura de masas” y piensa en los sujetos que han sido abandonados por la mujer amada, y que le siguen hablando en esas canciones, aunque ella se haya ido, o mandan al viento o a Dios para que le den el mensaje (“mujer, si puedes tú con Dios hablar”), pero le hablan. “Lo que cuenta entonces es hablar (en el mismo sentido en que Barthes, analizando las figuras del discurso amoroso, sostenía que lo que el enamorado no tolera es la falta de respuesta de la amada, porque soporta verse rechazado como sujeto amante, pero no soporta verse rechazado como sujeto hablante)”.

Me descubro pensando que la locura puede tener que ver con el silencio: a veces el silencio de quien habla y en un momento renuncia a la palabra, y a veces el silencio del otro, que es quien escucha y decide no responder. Pero la locura, en este último caso, toma a quien se queda hablando, y no al que calla y no responde. Si yo le hablo a un otro que no me responde, mientras más le hable más fuera de lo que pasa voy a estar. Más alejado de la posibilidad de un vínculo con ese otro. Podría, dado el caso, dirigir mi palabra a otro otro, y ya no a quien no me responde.


Si yo dejara de hablar y de escribir es probable que sienta que no me falta nada. Si un día me ven así, recuérdenme que es nuestra falta, nuestra finitud, nuestra conciencia de que vamos a morir lo que nos mueve, lo que nos hace andar. Díganme que hable y recítenme a Atahualpa: “Le tengo rabia al silencio/ por lo mucho que perdí, / que no se quede callado/ quien quiera vivir feliz”. Y, si no es mucho pedir, denme un abrazo.



lunes, 13 de febrero de 2017


Leo en La Nación un texto de Gabriel Caldirola sobre el libro El fantasma de un nombre: Monteleone desarrolla la idea de que toda escritura es, finalmente, testamentaria, y que escribir es ocupar el lugar de un muerto, asumir el fantasma de un nombre. Es un libro de Jorge Monteleone sobre poesía. La frase anterior habla, entre otras cosas, de la escritura de Gelman sobre el hijo desaparecido en la dictadura: la desaparición de su hijo lo llevará a crear una suerte de lengua propia para nombrar una ausencia innombrable. Me acordé de un poema que Gelman puso en Hoy y se llama XXXII:

  ¿La naturaleza expulsa cualquier remedio de tu pérdida? ¿Aplazo el acto de enterrarte, aunque llevé lo que de vos quedaba junto al descanso de mis padres? Tu sombra cuida mensajes sin reloj. La memoria tiene pastos que siempre te comés y pañales que no sé cambiar. El eslabón más duro te une al que te visita y está cruz y fijado.


Si algo está, ¿para qué lo escribiríamos? Escribir es la ausencia. Pero también pregunto si algo puede estar fuera del lenguaje. Eso pone a la escritura, en parte, como la hacedora de lo que está, y en el mismo movimiento evidencia la ausencia de eso que hace aparecer porque no está. Pero lo que aparece no es quizá lo que no estaba, sino su ausencia. 



jueves, 9 de febrero de 2017


Hoy leí dos fragmentos en los que se habla de lo que alguien considerado poeta produce en el otro. Claro que el asunto habla de la inventísima imaginería en la mente de cada quien para suponerle cosas al otro. Pero eso no le quita placer al hallazgo, en un par de horas, de los dos fragmentos:

Otra costumbre de la tribu son los poetas. A un hombre se le ocurre ordenar seis o siete palabras, por lo general enigmáticas. No puede contenerse y las dice a gritos, de pie, en el centro de un círculo que forman, tendidos en la tierra, los hechiceros y la plebe. Si el poema no excita, no pasa nada; si las palabras del poeta los sobrecogen, todos se apartan de él, en silencio, bajo el mandato de un horror sagrado (under a holy dread). Sienten que lo ha tocado el espíritu; nadie hablará con él ni lo mirará, ni siquiera su madre. Ya no es un hombre sino un dios y cualquiera puede matarlo. El poeta, si puede, busca refugio en los arenales del Norte”. (Jorge L. Borges, en “El informe de Brodie”).

El otro pertenece a Sarmiento, está en “Facundo”, y habla del poeta Echeverría y los gauchos:

El joven Echeverría residió algunos meses en la campaña, en 1840, y la fama de sus versos sobre la pampa le había precedido ya: los gauchos lo rodeaban con respeto y afición, y cuando un recién venido mostraba señales de desdén hacia el cajetilla, alguno le insinuaba al oído: ´Es poeta´, y toda prevención hostil cesaba al oír este título privilegiado”.


No buscaba esto. Lo encontré. 



domingo, 5 de febrero de 2017

EL AMOR NO COMO HUIDA SINO COMO LLEGADA AL MUNDO, COMO FORMA DE CONOCERLO (TOY LEYENDO UNA NOVELA DE ANDRÉS NEUMAN)

Es una novela. La estoy leyendo todavía porque no es breve y yo soy de lecturas cortas y repetidas. Neuman, Andrés el que la escribió. Ganó un premio la novela. Diría que el hecho no me importa porque lo importante es la literatura y no las instituciones que imponen, bajo ciertos intereses, unos libros sobre otros, pero estaría mintiendo. Neuman vivió hasta los trece, más o menos, en Argentina. Con su familia se fue a vivir a España y ahí terminó sus estudios secundarios y estudió letras y dio clases en una universidad. Después le pareció que trabajaba mucho y ganaba poco y que lo académico le reprimía su mundo creativo que pasa por otro trato con el lenguaje, no bien visto en una cátedra. Renunció y se dedicó a la literatura. Si uno mira las entrevistas en YouTube nota que cuando lo entrevista alguien de España, habla como español y, cuando lo entrevista alguien de Argentina o Sudamérica, habla como argentino. El hecho me parece tan divertido que me divierte. Pero eso que él hace en el habla, también, y más pretenciosa y notoriamente, lo logra en la escritura. Tiene un decir políglota y cantarín. Él cuenta que es hijo de músicos y que a pesar de sus intentos nunca logró tocar un instrumento. Si pensamos la lengua como un instrumento musical, podemos decir que Neuman heredó genes, que es un instrumentista habilidoso, prolífico, sorprendente. Que suena bien y hondo. Y también divierte y hasta produce diversión. Esta novela que leo se llama “El viajero del siglo”. No se las voy a contar, léanla. La pareja principal son una tipa y un tipo que se desean el cuerpo y la palabra. Ella es rica, casi rebelde, inteligente, lectora aguda, carnal. Él viaja todo el tiempo, no hace raíz en nada más que en partir. Lee mucho. Mucho. Y se acuerda lo que lee, y lo piensa, y le gusta hablar de eso y provocar las opiniones de los otros con alegría y un poco de ironía. A veces nomás para que los otros y las otras hablen lo que piensan y, así, él aprenda de ese pensamiento y compruebe-aunque diga lo contrario-que la persona con la que debate tiene razón. Detalle: la chica de esta historia está por casarse. Faltan meses. El prometido, por supuesto, es un muchacho rico, alto, apuesto, de una inteligencia de brillante practicidad. Su único error es amar a esa mujer que es demasiado libre para el corazón sedentario de ese dulce y rudo muchacho rico. La pareja principal, a escondidas, se ve. Juntos leen y traducen poesía y, además, se leen y traducen a sí mismos. Hay una cosa que no separa la lengua del cuerpo cuando ellos se ven en esa piecita de una posada del siglo diecinueve, que es el siglo en que se sitúa la novela. La primera vez que hacen el amor sienten que “desde el primer temblor común los dos se dieron cuenta de que sí. De que sí porque sí”. Y el narrador (omnisciente, decimonónico pero actualísimo) pregunta “¿Qué vio Sophie de él? Nada, todo. Se fijó sin buscar. Hizo un centro de cualquier detalle”. Y sin dejar de mezclar la letra con el cuerpo, la palabra, la inteligencia, el gesto mental con la vida diaria, lo real con la idea, Neuman escribe “y a mí, contestó él, me gusta tu mancha. Odio esa mancha, dijo ella cubriéndose la pierna. Pero él insistió: Esa mancha te mejora, menos mal que la tienes”. “Cuanto más trabajaban juntos más se daban cuenta de lo parecidos que eran el amor y la traducción, entender a una persona y trasladar un texto, volver a decir un poema en una lengua distinta y ponerle palabras a lo que sentía el otro. Ambas misiones se presentaban tan felices como incompletas”. “Sophie descubrió que cuando hacía el amor con Hans tenía unas sensaciones similares a las que experimentaba traduciendo. Creía saber muy bien lo que quería decir, lo que deseaba. Pero después sus certezas empezaban a dispersarse y sólo le quedaban entusiastas, contradictorias intuiciones a las que se entregaba sin pensar en el resultado”. Como ética lectora y vital, celebro (junto con San Juan) que el verbo se haga carne. Cuidado con las mujeres y los hombres inteligentes. Los y las que poseen y se dejan poseer por el lenguaje, es decir, por el otro, es decir, por el lenguaje, es decir, decir es hacer. En una escena en la piecita de la posada, Hans y Sophie comentan “Lucinde”, la novela de Schegel que leen juntos. No así nosotros, escribe Schegel. Todo lo que amábamos antes, lo amamos más. El sentido del mundo se nos ha abierto. Ese fragmento han leído y “para mí esa versión es admirable-dice Hans- el amor no como huida sino como llegada al mundo, como forma de conocerlo. Eso quiere decir que una sociedad nueva empezaría por reinventar el amor”. Es una novela, la estoy leyendo todavía porque no es breve. Me voy a trabajar así es que dejo acá estas palabras. Sólo agrego que esta última escena me recordó a la idea de Lacan de que el amor (que desde Freud está obligado al breve espacio de las repeticiones) puede ser centro de una invención, y también me trajo a la mente aquel tango que se llama balada y habla de los locos que inventaron el amor mientras veían rodar una luna por Callao y se dejaban cantar por los astronautas.

Imagen: Max Ernst.

sábado, 28 de enero de 2017


CÓMO ENTERARSE QUE UNO/A ES ESCRITOR/A

En una entrevista de Nodal Cultura, Abelardo Castillo le cuenta a Natalia Páez que, décadas atrás, para impresionar a la muchacha de 21 años con la que salía se robó un libro “casi imposible de robar por su tamaño” de una librería de usados. La periodista le replica (consuela, provoca) que alguien se habrá robado también un libro suyo. En una feria del libro-cuenta Abelardo- cuando todavía no se hacía en La Rural, yo estaba en la editorial Galerna conversando con uno de los dueños que me había publicado El cruce del Aqueronte, año 1981, 1982. De pronto veo que un chico está robando un libro. No era un ladronzuelo, tenía cara de querer leer ese libro que se estaba llevando. Me acordé de mis años en los que no podía comprar libros. Entonces, para que no lo viera la persona que estaba conversando conmigo, me corrí para desacomodarle el ángulo de visión. Cuando lo vi irse al chico me di cuenta de que se había robado un libro mío. Fue la primera vez que me sentí escritor.

Agrego, así al pasar, que aquella muchacha de 21 años se llama Sylvia Iparraguirre y hasta hoy es su compañera.


martes, 17 de enero de 2017


JUGANDO AL BINOMIO FANTÁSTICO

En su libro Gramática de la fantasía, Gianni Rodari dice que el Binomio Fantástico se juega escribiendo una historia a partir de dos palabras que no estén emparentadas entre sí en la vida cotidiana, uniéndolas en un mismo texto, buscando que ese texto resulte con chispas de fantasía. Lo cito: “es necesario que haya una cierta distancia entre las dos palabras, que una sea lo suficientemente diferente de la otra, y que su aproximación resulte prudentemente insólita, para que la imaginación se vea obligada a ponerse en marcha y a establecer, entre ambas, un parentesco, para construir un conjunto (fantástico) en que puedan convivir los dos elementos extraños”. Les digo que me puse a jugar con dos pares de binomios. Primero con “lengua/flecha” y salió esto, así, espontáneo, endiciendo y faziendo:

Los nativos Inyú tienen lengua puntuda. Toda vez que llega un explorador o un enemigo a sus islas, ellos se pintan de verde con plantas del pantano y se ocultan en las ramas de los árboles. Desde arriba, empiezan a tirar palabras a los intrusos. Algunos, incluso, se cortan la lengua y la arrojan contra el extraño. No sin antes pronunciar palabras como “pecho roto” u “ojo cortado”. Si la lengua da en la parte del cuerpo que la última frase de esa lengua pronunció, el extranjero muere en el acto, o se vuelve un chamán a favor del enemigo.

Después, apenas terminé el de arriba, probé con “dragón/pelo”:

Este dragón estaba triste porque no le crecía el pelo. Había visto en unas publicidades regias mujeres de cabellera vasta y brillosa. Se imaginaba, el escamoso, ir por el viento de las montañas con el pelo volándole a los costados como alas peludas. Se frenaría en la vertiente y donde nace el agua mojaría esos cabellos y se demoraría en correrse el flequillo para que no le estorbe la vista ni se llene de humo de la nariz. Atarse el pelo sería una tarea monumental y necesaria para cumplir la misión de proteger la cueva de posibles enemigos o caballeros andantes. Tanto esmero en el pelo, se decía, lo mantendría ocupado y, quizá, le ayudaría a olvidar que hace años la dragona no vuelve y que tenía unas escamas hermosas.


Me parece divertido y, en un punto, luminoso, rebelde. Porque si hay un lugar desde donde las cosas se cambian, se logran mutar o, por qué no, rotar el modo en que las percibimos, ese lugar es el lenguaje. Dice Ángela Pradelli en La búsqueda del lenguaje: “el lenguaje nos pone de pie y nos hace andar (…). El habla es un acto que debería conmovernos cada vez que se concreta. Tal vez la revolución más necesaria en las aulas sea la del lenguaje. El cambio primero, el más abarcativo, el más importante será aquel que ponga al lenguaje en el centro de nuestras escuelas secundarias, que haga de la lengua un eje en cada una de nuestras aulas. (…) Tenemos que valorar la vacilación de la lengua como algo sagrado, preservarla en lo insondable de la materia que enseñamos. (…) Cuando el lenguaje circula con vida entre alumnos y profesores (…) se construye, sobre todo, una visión del mundo. Aunque por momentos, o quizá por eso mismo, el lenguaje se ponga imposible y nos haga balbucear a todos con una lengua de trapo”. Una lengua de trapo quizá sea larga y se doble para todos lados. Me gustan las lenguas de trapo. Me gusta divertirme, además de esforzarme, cuando escribo. Me gusta jugar. “Escribo con la seriedad de un niño que juega”, dijo Borges en una entrevista. En el capítulo sobre el binomio, Rodari apunta que “no hay que olvidar la alegría que este juego provoca en los niños. En nuestras escuelas, hablando en general, se ríe demasiado poco. La idea de que la educación de la mente ha de ser algo tétrico, es una de las cosas más difíciles de combatir”. El juego es un modo hermoso y sano de entrar a la batalla del lenguaje. El uso total de la palabra para todos le parece, a Rodari, un buen lema, “de bello sonido democrático. No para que todos sean artistas, sino para que nadie sea esclavo”.

martes, 10 de enero de 2017


 En Página/12, Saccomano escribe algo sobre Carver. Termina: “el último poema de Carver se titula <<Último fragmento>> y puede leerse como auto-epitafio: <<¿Y conseguiste lo que/ querías de esta vida?/ Lo conseguí./ ¿Y qué querías?/ Considerarme amado, sentirme/ amado en la tierra>> ”.

lunes, 9 de enero de 2017



HISTORIA DE LAS COSAS PERDIDAS

La primera cosa perdida de la que se tiene noticia se habría perdido en lo que hoy es la zona de Mongolia. Se trataría de un cuerno de animal que un cazador macho quiso regalar a otro macho por el que habría sentido una sensación similar a estar atraído por alguien. Pero como el cuerno nunca se encontró (esa es una de las principales razones por la que está perdido) no podemos afirmar la veracidad de esta historia. Y así etcéteramente.
Por ejemplo la palabra latina “legale” perdió la “g” al transformarse en el castellano “leal”. Pero el dato es capcioso ya que si uno escribe o lee en latín la “g” permanece ahí. Y es cosa de saberse que no es perdida una cosa que uno usa cuando quiera.

Pero volvamos a la primera cosa perdida. Usted está leyendo esto en un muro de Facebook y eso me da derecho a decir que si me largo a dar rodeos, usted, apurado lector, moverá el mouse para mirar otra publicación. Distinto sería si esto se publicara en un libro y usted lo leyera con el mate en el comedor o en la cama mientras su pareja duerme con un leve ronquido. El cuerno que se perdió en lo que hoy es Mongolia- según dicen los datos- ha de haber sido un cuerno hermoso. Porque si el cazador sentía así como una atracción por el otro macho, seguro quería ofrendarle el cuerno más hermoso del mundo. Y, si mi razonamiento no es trunco, el cuerno más hermoso del mundo ha de ser un cuerno muy hermoso. Esto confirmaría la hipótesis que cité unos renglones más arriba. Cito: “El cuerno que se perdió en lo que hoy es Mongolia (…) ha de haber sido un cuerno hermoso” (la cita sigue, pero si la continúo corro el riesgo de que llegue un momento en que lo que cito se tope con lo que estoy escribiendo ahora-por ejemplo: la palabra “ahora” que escribí recién, que se escribe igual que la palabra “ahora” que escribí más recientemente aun, pero que no es la misma. Confundir “ahora” con “ahora” puede conllevar una pérdida de tiempo y es más recomendable disfrutar el ahora).

Ejemplos de cómo sentir dolor por una mujer sin que ella sepa:

-no hay
-si existen, no lo hemos descubierto
-depende qué mujer
-si es tu pareja, hacele cinco chistes por día (en internet hay muchos, en chistesbreves.com) y cuidate de no decir lo que estás pensando salvo que estés pensado en otra
-cuando te llame por teléfono (en caso de que tenga esa consideración alguna vez) atendela haciendo de cuenta que estás muy ocupado, pero, aun así, hablás
-programá alarmas en tu celular para después de las diez de la noche con el mismo ring ton que usás para los mensajes de wpp y fingí leerlos con una semisonrisa, meneando leve la cabeza
-cuando se venga el dolor al pensamiento o al cuerpo, andá a geriátricos u orfanatos o merenderos o centros de estudiantes o partidos políticos de lo más sectarios y  ahí contá cuentos o vestite de payaso pero no la llames (eso es fundamental, no la llames). Si es de madrugada y entrar a un merendero pudiese resultar, a esa hora, sospechoso, recomendamos buscar en youtube (el wi fi es parte central de estar sano) algún programa repetido de Tinelli o Jorge Rial (preferentemente, los dos)
-hacé terapia psicoanalítica y enamorate pero mucho de tu analista y que no sirva la terapia pero que estés excitado con otra mujer en vez de la que duele
-no leas, bajo ninguna circunstancia, “El amenazado” de Borges (en especial la parte que dice “me duele una mujer en todo el cuerpo”)
-armá una conversación en facebook del tipo mensajes en cadena que diga que declarás que el fin de enamorarse no es ser feliz ni que se acomode de una vez la vida, sino que enamorarse puede doler y eso no viene mal ni es signo de que uno es un fracaso (o el más grande de todos los fracasos). Si no envían ese mensaje a quince contactos en los próximos trece minutos les va a entrar un virus en la compu y siempre van a poner el pendrive del lado incorrecto
-fijate que hay muchas mujeres en tu ciudad. Pero eso no es nada. Fijate que algunas hasta te dicen hola y tienen ganas de tomar mate con vos .Eso es bastante. No te dan la ausencia que te da la que te duele. Eligen que el mate se lo cebés vos y no otro. ¿Viste?
-nadie nunca, sea mujer o varón o canario, puede sentir el dolor del otro
-como dice el reggaetón, lo que pasó, pasó. El tema es qué hacés con lo que pasó, con lo que te ha tocado. Dicen que en el amor uno sólo elige lo inevitable. Hay que ir a la raíz de uno para, en vez de cambiar la elección, cambiar lo inevitable, empezar a no poder evitar otras cosas
-si todo esto no funcionara, quédese tranquilo, usted goza de sentir dolor por ella, y podrá continuar haciéndolo (¿no era eso lo que quería?) 

sábado, 7 de enero de 2017


EL DÍA QUE LOS VEGETARIANOS COMIERON PESCADO
tus ojos dos animalitos de agua clara voy a meterme hasta la cintura en tus ojos hasta el corazón izquierdo/ vas a ir al médico doctor doctor tengo algo en el ojo/ él va a usar su linterna y me va a ver ahí nadando ¡sáquenlo, carajo, saquen a ese pibe que esta mujer va a quedar ciega de un hombre!/ los pescadores del deseo van a venir con sus cañas para sacarme y ponerme a freír en la sartén. (ñam ñam qué rico).