jueves, 13 de abril de 2017



CORREGIR A PROUST 

Manuel Puig: “Yo no soy de los que empezaron desde siempre, no, no. Empecé a escribir novela a los 29 años. A partir de entonces, yo, y a fuerza de leer mis manuscritos y revisarlos, leo todo como si fuera un manuscrito mío: yo leo, leo Proust con un lápiz en la mano y lo corrijo, digo: esto está muy largo. Entonces yo no gozo más con la lectura de ficción. Perdí ese placer. Es el precio de haber querido escribir”.

Piglia dice otra cosa. Opina que cuando aparece un escritor nace un nuevo lector: uno que lee para aprender a escribir. Pero no hay en Piglia esta nostalgia, este malestar de Puig por ser un lector que, en el mismo acto de leer, ejerce también el aprendizaje de la escritura. Estoy del lado de Piglia. Creo que este nuevo lector, que lee para aprender a escribir, es más lo que gana que lo que pierde. Se vuelve un lector más complejo, más hondo, más lupa. Eso hace del esforzado placer de leer un placer aún más esforzado y hermoso. Como dice mi amiga x, salud, por el lenguaje.




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