sábado, 22 de abril de 2017



COSITAS

COSA UNO. Me habían invitado a leer o contar algo, esta mañana, en conmemoración de la Tierra y de proteger el monte autóctono de mi ciudad. Antes de salir, Facebook me recuerda una publicación de hace, exacto, un año: un texto en el que cuento que iba cruzando la vereda y un niño de guardapolvo, a la salida de la escuela, llegó corriendo a un árbol y, tocándolo, y en escape de sus compañeros, decía “todos los árboles son casas”.

COSA DOS. Entre las cosas que hoy llevé para leer había poemas de Gelman, Iris Rivera y Mariela Laudecina. Algo de Conti. Mío llevé uno solo, y casi para no leerlo. De lo que leí, la gente se entusiasmó más con el poema mío. Claro, es un poema con árboles. Uno que dice que, mientras haya árboles, uno no puede olvidar ciertas mujeres. Extraño vínculo árbol/memoria/gentequeunoamó.


COSA UNODÓS. Facebook es un nuevo modo de la memoria (¿alguien llegará a tomar decisiones que no hubiera tomado de no haber visto ese recuerdo de Facebook? De ser así ¿esta cosa virtual nos estaría proponiendo nuevas líneas de sucesos a vivir?). Otros aplauden más mis palabras que yo mismo ¿es una señal de qué: hablar más para otros, desoír los aplausos y hablar sólo lo que a mí me gusta de mis palabras, esperar a que Facebook me recuerde esto el año que viene y liberarme así de esforzarme en fabricar una memoria que considere valiosa?




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