sábado, 8 de julio de 2017



Ayer a la tarde llamé por teléfono a mi novia imaginaria:

-¿Querés venir a casa esta noche? Hago empanadas de anquito y queso.
- (Silencio)
-Prometo no hacerte nada con mi ojo izquierdo.
-Te aviso
-Bueno
-Bueno (Silencio)
-¿Cuándo?
- (Silencio)
- (Silencio. Pero un silencio distinto)
-¿Cuándo qué?
-¿Cuándo me avisás?
-Cuando sepa
-Ah…
-Sí
-Claro (Silencio) ¿Y ahora no sabés, no?
-No
-Bueno
-Chau
-Chau. Ah, ¡pará!
-¿Qué? (Con voz seca)
-Nada, que cuando sepas, en caso que lo que sepas es que sí, o sea, que sí vas a venir, traete un vino
-Bueno. (Silencio)
- Che
-¿Sí?
-¿Todavía no sabés, cierto?
- (Cuelga. Tu tú, tu tú, tu tú)
- (También cuelgo. Pienso: yo las hago por las dudas).

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