EL JOVEN QUE CONFUNDIÓ A SU MUJER CON UNA FRUTA
La mano viene así: a Mustafá la escribió Discépolo y, a
través del humor, nos cuenta una historia dolorosa. Dijo que reír es la más
asombrosa conquista del hombre, pero si reír es comprender que se ríe sólo para
aliviar el dolor. Mustafá se llama el personaje principal, turco, jefe de
familia, papá de Sara. En la escena que viene, Mustafá y su consuegro italiano
hablan en la casa del turco y en un momento se van y dejan a solas a Sara y su
novio, el joven Peppino (que, casualmente, trabaja vendiendo frutas y verduras):
PEPPINO.- Que dos viejo inteligente; nos han dejado solo...
Dame el postre, porque esto no es una boca, es un caqui japonés.
SARA.- (Coqueteando.) No... ¿Te acordaste de mí hoy?
PEPPINO.- ¡No me voy a acordar!... Se te tengo siempre
delante de los ojos.
SARA.- Mentiroso.
PEPPINO.- ¡Por esa luz de tus ojo! ¿A que no sabés lo que me
ha pasado esta mañana.
SARA.- Si no me lo decís...
PEPPINO.- Empujaba el carrito... El viejo iba adelante...
Pensaba en vos... y empujaba el carrito. De pronto en un rincón de la carrindanga,
se me apareció tu cara. Estaba mismo, mismo allí, al alcance de mi mano. Me
miraba y se reía, como diciendo: “¿Que hacé, Peppino?... ¿No me ves?”... Fue un
especie de sueño. Estiré la mano y te agarre de la pera... (Ejecuta.) así... Me
encontré con un melón frío como mármol... ¡Lo tiré contra las berenjenas! ...
(Ella ríe, satisfecha.) Me pasa cada momento chascos como ese.
SARA.- ¿Sí?
PEPPINO.- Por la luz de tus ojos. ¿No querés creer que te
veo en todas las frutas y en todas las verduras?