miércoles, 8 de marzo de 2017



HABLAR SOLOS

En el tango Balada para un loco son locos los que inventaron el amor. Los que no repiten la vida que vienen viviendo, si no que se encuentran con otro y, juntos, crean algo nuevo, traen al mundo ese modo de amarse que hallan entre los dos. La cordura parece habitar exiliada del amor.

Los árabes cuentan la historia del poeta Cáis, enamorado de Leila. Él se ponía hielo en el pecho para apagar su corazón. Penaba por ella y la llamaba a gritos. Una vez ella se acerca y le dice ¡Yo soy la que buscas, yo la que deseas, yo soy tu amada, yo el paño de lágrimas de tus ojos, yo soy Leila!. Él le dice que se vaya porque el amor que le tiene le preocupa demasiado para andar ocupándose de ella.
Quizá, arriesgo, nuestro amor nos preocupe demasiado, y estemos muy concentrados en repetir lo que hemos venido diciendo y haciendo que es el amor. Quizá haya que escuchar a Leila, y besarla hasta inventar palabras nuevas para el amor. Porque la palabra y el lenguaje, que es lo que nos desorienta, lo que nos hace amar como amamos, es a la vez la oportunidad para volver a orientarnos. Y el lenguaje se hace con el otro. Quizá amen mejor quienes aprendan que hablar solos no es la única forma de hablar. Y si hablás solo también te dicen loco.



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