“Per vendetta”, contestó Ferdinando Camon en 1985 en una
entrevista publicada en un número especial del diario Libération de París, en la que cuatrocientos escritores respondían
a la misma pregunta. “Porquoi
écrivez-vous?”. “Scrivo por vendetta, non per giustizia, non per santità,
non per gloria, ma per vendetta”. Así contestaba el escritor italiano nacido en
Padua en 1935, cuyas obras fueron traducidas a ventiún idiomas. “Escribo por
venganza. No por justicia, ni por santidad, ni por la gloria; sino por
venganza. Todavía, dentro de mí siento esta venganza como justa, santa,
gloriosa. Mi madre sabía escribir sólo su nombre y apellido. Mi padre, apenas
un poco más. En el pueblo en que nací, los campesinos analfabetos firmaban con
una cruz. Cuando recibían una carta del municipio, del ejército o de la policía
(nadie más les escribía), se asustaban y acudían al cura para que se las
explicara. Los vi pasar muchas veces, yo era un muchacho. Desde entonces sentí
a la escritura como un poder. Y soñé siempre con pasar del otro lado, poseerme
de la escritura, pero para usarla en favor de aquellos que no la conocían: para
cumplirles sus venganzas”.
Ángela Pradelli, en La
búsqueda del lenguaje.
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